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martes, 4 de octubre de 2011

Inicio del período independentista de mayo de 1811


El derrocamiento del poder español, mediante la intimación al Gobernador Velasco ocurrió en la noche del 14 al 15 de mayo de 1811, culminando una conspiración liderada por Pedro Juan Caballero. El destituido gobernador integró aún la primera Junta Provisional, junto al capitán Juan Valeriano Zeballos y el Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia, hasta que acusado de negociar con los portugueses para defender la monarquía aún al precio de depender del Imperio portugués, Velasco fue expulsado de la Junta.
Después de un período de Consulado (esto es, en el sentido de Cónsul romano como sistema compartido de gobierno) con Francia y Yegros, y posteriormente solo de Francia, la dictadura de éste se inició como resultado del Congreso del 3 de octubre de 1814, que lo nombró dictador supremo de la República. El largo y rígido gobierno de Rodríguez de Francia significó por una parte la férrea defensa de la independencia paraguaya, pero asimismo el encierro del país, que el dictador consideró necesario para cumplir los objetivos que se había propuesto.
Gaspar Rodríguez de Francia en 1816, ante el fortalecimiento del unitarismo en la Ciudad de Buenos Aires, convocó al Congreso, donde sus partidarios consiguieron la declaración de la Dictadura Perpetua y la "autodisolución" (en realidad la "autodisolución" fue instigada por Rodríguez de Francia) del mismo Congreso.
La débil resistencia al estilo de gobierno de Rodríguez de Francia por parte de ciertos sectores, que venía desde la primera etapa, cristalizó en una conspiración comandada porFulgencio Yegros duramente descabezada luego por el Dictador, con el fusilamiento de sus principales figuras en 1821. A pesar de la dureza de su gobierno, se calcula que no más de 40 personas fueron ejecutadas en casi 30 años de poder omnímodo, en una período en que en las provincias vecinas se desangraron decenas de miles de muertos en guerras fratricidas. En los últimos años de su gobierno dio asilo al caudillo uruguayo José Gervasio Artigas, con quien había mantenido fuertes disputas en el pasado, y le protegió ante la persecución (y amenazas de invasión al país) del caudillo entrerriano Francisco Ramírez, su ex-lugarteniente y entonces perseguidor.
José Gaspar Rodríguez de Francia murió el 20 de septiembre de 1840.
La inserción de Carlos Antonio López en la vida política del país se inició a la muerte de Rodríguez de Francia, cuando fue designado consejero y secretario de Mariano Roque Alonso durante el gobierno de la Comandancia de Armas. Posteriormente, en 1841 es nombrado cónsul del Paraguay (en el mismo sentido que antes Francia y Yegros) En 1844, el Congreso le otorgó poderes de presidente de la República, por diez años.
Carlos Antonio López continuó, aunque con un estilo diferente, abriendo lentamente al país al exterior, la defensa de la independencia paraguaya, amenazada especialmente por la negación del Gobernador de Buenos Aires Juan Manuel de Rosas de reconocer la independencia del país y su insistencia en seguir considerando que la incipiente Argentina tenia derechos sobre la antigua Provincia del Paraguay, heredados del dominio español.
Entre las acciones de progreso del gobierno de López se destaca la creación del primer periódico nacional: El Paraguayo Independiente, de la Flota Mercante y del Ferrocarril; la puesta en marcha de la fundición de Ybycuí, los arsenales nacionales, y la contratación de unos 200 técnicos europeos que aportaron su conocimiento y su trabajo para la modernización de la capital y del país. La educación y la cultura fueron otros campos muy favorecidos por iniciativas de Don Carlos, quien cumplió un segundo y un tercer periodos de gobierno, hasta su muerte, en 1862.
A esta, después de un mes de negociaciones, su hijo Francisco Solano López, de 36 años, es elegido Presidente de Paraguay. Este -con una fina educación- había encabezado en 1853 un viaje de más de un año y medio a Europa -como Embajador de su padre- a fin de obtener reconocimiento de la independencia del país y fue quien cerró los tratos con las compañías inglesas (principalmente) que le vendieron al país la tecnología necesaria para un despegue económico e industrial descollante para esos años, sin recurrir a préstamo alguno, a más de ser quien contratara el par de centenares de técnicos europeos que la pusieron en práctica.
Sin embargo, a pesar de los consejos de su padre en cuanto a manejar las relaciones internacionales con prudencia, su admiración por Luis Napoleón (a quien conoció en 1853 cuando éste acababa de autoproclamarse emperador) lo llevó a una política cada vez más riesgosa, que culminó en el ataque al Imperio del Brasil (Diciembre de 1864) y a la República Argentina (invasión paraguaya a la Provincia de Corrientes en 1865) que desencadenó la catastrófica Guerra de la Triple Alianza (1865–1870)

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